Después de disfrutar de mi descanso veraniego, regreso para abrir mi ventana. ¡Podéis colaros cuando os apetezca!
Si eres uno de los afortunados que pueden disfrutar de la tarde libre y me preguntas: "¿Qué puedo hacer a las 4 de la tarde, con el astro rey en su máximo apogeo y los termómetros efervescentes a 40º a la sombra?"
Te respondo: " Echarte la siesta"
Y en este punto comenzamos a debatir.
¿Dónde?
En el sofá, mueble imprescindible para echar una cabezadita, mientras el run run de la tele te produce un agradable sopor superficial.
En la cama, sanctum sanctorum de los siesteros con pijama y persianas cerradas a cal y canto, cuyo sopor es profundo.
¿Cuánto?
20/30 minutos, tiempo perfecto para los amantes de un breve reposo que se levantan de buen humor, conscientes de quienes son.
De una hora hasta el infinito...para los partidarios de la siesta entre sábanas, que pierden el conocimiento y cuando se incorporan , vagan desorientados y necesitan una hora más para volver en sí mismos.
En lo que probablemente coincidamos todos, es en la importancia de desconectar el móvil y en mantener a nuestra prole (los que tenemos) bien ocupada, para disfrutar de una siesta privada e individual, que es, a mi parecer, como debe ser una verdadera siesta.
Gustos aparte, soy de las que me dejo abrazar por el sofá media horita, máximo, con el soniquete de la tele bajito, bajito, con hilos de luz atravesando la persiana y un cojín bien pegadito a la cintura.
El tiempo es muy importante, si por accidente la cosa se alarga más allá de la media hora de rigor.....¡ Huid mortales! A mi lado Uma Thurman en Kill Bill sería una monjita de la caridad.
Y vuestra cabezadita, ¿ de qué tipo es?